martes, 2 de octubre de 2012

La vida puede depender de la Galaxia.

La vida inteligente en otros planetas podría no ser tan improbable como muchos científicos creen, según un nuevo estudio que impugna un generalizado argumento anti-ET.Muchos escépticos se ciñen a una idea denominada argumento antrópico, que sostiene que la inteligencia extraterrestre debe ser muy rara debido a que el tiempo necesario para que la vida inteligente evolucione es, en promedio, mucho mayor al período en la existencia de la estrella que permite que tal vida prospere.

Pero ahora el astrobiólogo Milán Cirkovic y sus colegas afirman que han encontrado un error en este razonamiento.

El argumento antrópico, propuesto por el astrofísico Brandon Carter en 1983, a raíz de su trabajo pionero en los principios antrópicos en 1970, se basa en el supuesto de que los dos períodos —el ciclo de vida de una estrella y el tiempo necesario para la evolución de la vida y las criaturas inteligentes— son completamente independientes. Si esto es cierto, argumentó Carter, es muy poco probable que estos dos períodos tengan la misma duración y se produzcan simultáneamente.

Pero este modo de pensar es obsoleto, sostiene Cirkovic. De hecho, dice él, no son independientes, sino que están profundamente entrelazados. "Hay muchas maneras diferentes en que los planetas de nuestro sistema solar no estén aislados", dice Cirkovic. "No debemos pensar a los planetas habitables como cajas cerradas. Si abandonamos esta hipótesis de la independencia, entonces tenemos un nuevo fondo en el que se pueden configurar diversos modelos de desarrollo astrobiológico".

Cirkovic indica a las explosiones de rayos gamma, en las cercanías de las supernovas, y a las perturbaciones en las nubes de cometas como posibles eventos en el ambiente astrofísico de una estrella que pueden influir sobre el desarrollo biológico de un planeta. Por ejemplo, cuando una estrella viaja a través de uno de los densos brazos espirales de la Vía Láctea, tanto su propio desarrollo como el de sus planetas podrían verse perturbados por el aumento en los niveles de radiación electromagnética interestelar y de rayos cósmicos, debido a la mayor frecuencia de regiones con estrellas en formación y explosiones de supernovas.

Todas estas conexiones conspiran para descartar la independencia propuesta por Carter y para conectar la vida de una estrella con la evolución de la vida en un planeta, argumenta Cirkovic.
La Tierra afortunada


En el caso de la Tierra, los dos períodos se han alineado fortuitamente para permitir la vida. Nuestro Sol tiene una edad aproximada de 4.600 millones de años, y la de la Tierra es ligeramente menor, algo como 4.500 millones de años. La mayoría de las células básicas se cree que se han formado en nuestro planeta unos 3.800 millones de años atrás, aunque el género Homo, a la que pertenecen los seres humanos, no apareció hasta cerca de 2,5 millones de años atrás. Y los humanos modernos sólo tienen una antigüedad de 200.000 años.

Durante más del ochenta por ciento de la existencia del Sol, la vida ha existido en alguna forma en la Tierra. Al parecer, los períodos de la biología y la astrofísica se han alineado favorablemente en nuestro caso. Según el argumento antrópico, esta coincidencia significa que la Tierra, y su vida, son únicas. Pero Cirkovic piensa que los dos períodos no pueden haberse superpuesto por casualidad. En lugar de ello, pueden ser parte de una historia compleja, que incluye la interdependencia de la Tierra con el resto de la Vía Láctea.

Cronometrando catástrofes


Los eventos cósmicos como explosiones de rayos gamma o supernovas cercanas podrían resetear el reloj astrobiológico para otorgarles a un planeta y su estrella una segunda oportunidad para sincronizarse e intentar nuevamente producir vida. Las explosiones de rayos gamma son explosiones misteriosas que liberan grandes cantidades de energía, produciéndose ya sea por la muerte de estrellas súper masivas (como Eta Carinae) o la colisión de estrellas de neutrones en sistemas binarios. Si una ráfaga de rayos gamma se produce en una región cercana a un sistema planetario, causa un intenso aumento de la radiación y, posiblemente, chorros de rayos cósmicos que podrían perturbar la vida en los planetas. Las explosiones de supernovas, aunque no son tan energéticas como las de rayos gamma (pero mucho más frecuente en general) pueden enviar un golpe de energía a cualquier planeta cercano.

"Una explosión de rayos gamma no afectará el momento en particular en que nacerá la vida, sino que afecta a la rapidez con que la vida se desarrolla o se mantiene al provocar cambios en la química atmosférica del planeta", dice Cirkovic. "Esto puede ser interpretado como resetear el reloj astrobiológico en cada planeta habitable en la Vía Láctea".

Esta idea conduce a una nueva forma de pensar sobre el origen de la vida. En lugar de una evolución larga y progresiva, un evento catastrófico podría estimular el desarrollo de una biosfera compleja y seres inteligentes, tal como la teoría evolutiva de equilibrio puntuado pronostica que las especies serán sometidas a largos períodos de evolución lenta puntuada por episodios breves de cambio drástico.


Por ejemplo, los paleontólogos afirman que los seres humanos evolucionaron a nuestro estado actual sólo gracias al impacto de un asteroide hace 65 millones de años, el cual arrasó al principal depredador del planeta: el dinosaurio. La Tierra durante el curso de su historia ha experimentado muchas extinciones en masa, que tuvieron varias causas. Si bien las extinciones acaban con la vida, son también un botón de "reset" que altera el medio ambiente y permite que surjan otros tipos de vida. En general, esto es parte de un complejo conjunto de historias astrobiológicas que Cirkovic y sus colegas han apodado "el paisaje astrobiológico" de nuestra Galaxia. "La velocidad de evolución es muy variable", dice Cirkovic. "No hay ninguna razón para pensar que la vida en la Tierra sólo tiene un único origen. Es muy posible que la vida en la Tierra haya tenido varios comienzos".

Cirkovic también indica que la evolución de vida inteligente podría ocurrir más lento o más rápido, y no es necesario que siga a rajatabla la historia astrobiológica de la Vía Láctea.

"Correlaciones a gran escala podrían generar que más objetivos SETI sean contemporáneos con nosotros de lo que cabría esperar sólo sobre la base de la distribución por edad planetaria", dice Cirkovic.

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